LA VIDA SIN CONCEPTOS
por Melquisedec

Voy a tratar de exponer brevemente, y con algún otro ejemplo, lo que
atañe a la vida sin conceptos.
La mente es semejante a un fruto que, como sabemos, contiene dos
elementos : su porción comestible y su semilla. De la misma manera, la
consecuencia de nuestras acciones (que siempre son producidas por la
mente) tambien es doble. Un elemento de la consecuencia de cada acción
es el placer o el sufrimiento, que más pronto o más tarde debemos
experimentar como un resultado de él. Este elemento es como la porción
comestible de un fruto. El otro elemento es como la semilla contenida
de ese fruto.
De la misma forma que la semilla sobrevive al consumo de un fruto,
esperando la oportunidad adecuada para germinar y producir más frutos
semejantes, así tambien la tendencia o impulso a hacer de nuevo una
acción semejante, permanecerá dentro de nosotros en una forma latente
esperando presentarse, ya sea cuando alguna experiencia aparentemente
externa la lleve a hacerlo, ya sea cuando ningún otro impulso más
fuerte haya dominado sobre la mente. En definitiva, nuestras acciones
tanto buenas como malas, espirituales o mundanas, son todas ellas
formadoras de hábitos. Cuanto más nos demos a cualquier tipo de acción
particular, más generaremos y alimentaremos ese hábito, es decir, una
inclinación o propensión que nos impedirá hacer el mismo tipo de
acción de nuevo.
La principal característica de la mente es que toma por real todo
aquello que piensa. Por ejemplo : si yo creo estar enamorado, y la
persona amada me corresponde, la mente comerá ese fruto y saboreará la
felicidad correspondiente. Pero al tratarse de una experiencia dual,
la felicidad tambien contendrá su contrario : la infelicidad, que
puede ser traída a hombros a consecuencia de la pérdida del objeto o
el desengaño del mismo.
Creo suficiente este ejemplo para exponer el dominio de la mente, que
nos empuja a actuar para conseguir u obtener objetos, incluso en el
así llamado terreno espiritual.
Pero antes de hacer nada, yo debo SER y esa consciencia mía no es una
experiencia, ni es el resultado de una accion, ni de un conseguir
nada, sino un hecho. No tiene contrario, no pertenece a la mente, ni
es conocido por ella. Yo soy, esa consciencia, ese autoconocimiento,
la misma fuente de donde emerge la mente para salir a buscar, a
conocer, a experimentar. La veo en funcionamiento y por este simple
hecho deduzco que ella no es YO. Es más, YO soy sin ella, pero ella no
es sin MI, como lo demuestra mi propio sueño profundo. La mente me
dirá que es inconsciencia, porque ella sabe de contrarios, pero YO no
sé nada de eso. YO soy consciente, pues nunca he dejado de serlo. De
otro modo no sería y no hay una cosa tal como no-existencia, cuando
uno sabe de sí propio que uno es habiendo retirado y privado a la
mente de la atención.
De modo que no se trata de vivir sin conceptos, sino de saberse ser
sin ellos. Saberlo y serlo no son distintos y por ende, la mente no
está allí. ¿Por qué dudamos de ello? ¿Quién es el que duda? Nuestra
respuesta universal es YO. Permanezcamos como YO.
Y no vamos a inventar ningún otro YO, pues eso sería conceptualizar de
nuevo. YO es YO y eso es lo que resuena en uno, no como un objeto en
la mente, sino precisamente debido a la ausencia o a su desaparición.
Saludo a mi propio Ser , libre de conceptualización alguna y exento de
toda objetividad. La paz sea con todos.

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