SUFIES LA GENTE DEL CAMINO
O S H O ( gracias Fernando)
A Shah Firoz, recordado como el maestro de muchos sufíes distinguidos, a menudo le preguntaban por qué no les enseñaba más rápido.
Es la misma pregunta que me hacen aquí, una y otra vez. Mucha gente viene a mí y me dice: "¡Osho, haz algo rápido!".
Yo puedo entender tu deseo, puedo entender tu sed, lo estás anhelando. Pero no se puede hacer nada rápido. No hay atajos. Los atajos solo los prometen los falsos maestros. No hay atajos. El crecimiento es arduo y no se puede hacer nada por ir más rápido de lo que tú lo puedas absorber. Tu capacidad de absorción tiene un cierto límite, tu inteligencia tiene un cierto límite. Cuando absorbes algo, tu capacidad de absorber aumenta, luego puedes absorber un poco más. Cuando absorbes ese poco más, tu capacidad se hace todavía mayor, y de nuevo se puede hacer un poco más. Y así es como funciona. El crecimiento es lento.
El crecimiento no es como las flores de estación. El crecimiento es lento. Es como los árboles grandes que necesitan ciertos años para crecer. Pero ellos pueden mantener un diálogo con las estrellas. Las flores de estación sólo duran unas semanas. Vienen rápido y se van rápido. Son como los sueños, no son reales. Ellas sólo están aquí en apariencia. Sé un verdadero cedro del Líbano. Se necesita tiempo, es duro. Cuando empiezas a ascender hacia el cielo, las nubes, la Luna y las estrellas, es duro. Es duro porque tienes que desarrollar raíces, raíces profundas en la tierra. El árbol crece en la misma proporción; si crece treinta metros hacia el cielo, tiene que crecer otros treinta metros bajo la tierra. Unas raíces así necesitan su tiempo.
Tú no ves las raíces. Las raíces son invisibles. Cuando vienes a un maestro, el maestro ve tus raíces. Él ve cuántas raíces tienes. Si de repente crecieras demasiado deprisa y las raíces no están preparadas para resistir ese tamaño, caerías, te derrumbarías. No podrías crecer en absoluto. Y una vez que has caído es muy difícil volver a enraizar.
Por eso ningún maestro puede enseñarte más rápido.
Hay que dejar esa manía de la velocidad. No es necesaria. Cada paso tiene que ser disfrutado y celebrado.
Justo anoche una joven sannyasin vino a visitarme. Ella tomó sannyas en su país. Yo le mandé un nombre, Yatra. Yatra significa peregrinaje. Anoche vino y estaba un poco perpleja y preocupada. Me dijo: "No me ha gustado mucho el nombre, ¿simplemente peregrinaje? ¿No meta?".
Ella representa la mente Occidental: lo importante es la meta, no el peregrinaje. Aquí en Oriente nuestra perspectiva es completamente diferente. El peregrinaje es lo importante; la meta tan sólo es una excusa para el peregrinaje. ¿A quién le importa la meta? Cada momento que se pasa en el camino es tan precioso, es tan glorioso, cada árbol y cada pájaro con los que te cruzas son tan infinitamente preciosos, ¿a quién le importa el camino? Cada momento es la meta. Pero yo puedo entender su preocupación. Debe haber empezado a pensar: "Peregrinaje, peregrinaje, peregrinaje… ¿Entonces, dónde y cuándo acaba esto?". No acaba en ninguna parte. De hecho, si acabara en alguna parte, sería muy triste. ¿Qué harías entonces ¿ ¿Qué sería lo siguiente? Estarías atascado con Dios sentado en frente de ti y tú sentado frente a Dios; estarías como marido y mujer: atascados. ¿Qué harías después? No hay ningún otro Dios ni lugar adonde ir.
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