Del nombrar y otras cosas (ninguna elección es ingenua)


Cierto hombre fue a ver a Lao tse y le pregunto: 
-He oído decir que el maestro es una gran sabio y por eso no he reparado en lo largo del viaje a la hora de venir a verle, que tan grande era mi deseo.
En cien jornadas de camino aun con los pies llenos de callos, no he querido descansar ni un solo día. Y ahora que le veo, descubro que no es un sabio. Pues estoy viendo restos de comida que cabe en los agujeros de los ratones, señal de que el maestro abandona las cosa pequeñas, lo que denota, falta de benevolencia. Y todos eso alimentos, tanto crudos como cocidos que no ha podido consumir, ahí delante amontonados y que parece querer acumular hasta el infinito. 
Sin inmutarse, Lao Tse no replicó.
Otro dia el hombre fue de nuevo a ver a Lao tse y le dijo: 
-Ayer le sacudí y hoy mi mente a  enmendado su error ¿Cual puede haber sido la ocasión?
Hablo entonces Lao tse y dijo:
-Poco se me da a mi ya que me tengan por hábil, inteligente, poderoso o sabio. Gritarais ayer que yo era un buey y me llamara buey; gritarais que eran un caballo y me llamara caballo. Si alguien me nombrara lo que realmente soy, y yo rehusara aceptarlo, doble sería mi desgracia. Cuando lo acepto, lo hago de forma espontánea y natural, nunca de intento porque deba aceptarlo.
Apartóse el hombre caminando de lado por no pisar su sombra. Luego se llegó junto a él muy despacio y le preguntó :
-¿Cómo se perfecciona la propia persona?
- Altivo es tu semblante- dijo Lao tse- tus ojos saltones, ancha tu frente, abierta tu boca, y tu talle imponente; eres semejante a un corcel al que tienen atado. Arde por actuar, mas refrenas tus impulsos; te manifiestas con la rapidez de una flecha de ballesta; todo lo observas y lo examinas con cuidado; con tu ingenio y tu talento, te muestras arrogante. Todo eso nada tiene que ver con tu verdadera naturaleza. En la frontera hay unos hombres a lo que llaman ladrones.


Fragmento de Zhuang Zi, Kairós (pag.144.145).

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