La Atención - William Segal


La atención es una fuerza independiente que no será manipulada por las partes de uno. Limpia todo ruido interno, la atención consciente es un instrumento que vibra como un cristal con su propia frecuencia. Está libre para recibir señales transmitidas en cada momento por un universo creativo en comunicación con todo lo creado.
 
Sin embargo, la atención no es mía. Cuando ella está presente, uno sabe que no se origina que no se origina por completo desde uno. Su fuente rodeada de misterio, la atención comunica energía de una calidad que la mente no se puede representar.
 
Uno tiene que estar al servicio de la atención consciente. Uno se prepara para su llegada a través de la quietud activa.
 
Los momentos de calma, libres de tensión, la estructura del hombre se abre a las corrientes de energía que de ordinario están bloqueadas. A su vez, esas energías se mezclan con materiales previamente recibidos para ponerse al servicio de lo más elevado en un intercambio sin nombres ni palabras.
 
La atención no sólo está mediando; también esta transmitiendo. Dando y recibiendo, Dios habla al hombre. Recibiendo y dando, el hombre le habla a Dios. Así como una estructura humana necesita ser vivificada por la infusión de vibraciones más finas; así mismo esas vibraciones requieren, para su mantenimiento, mezclarse con material más burdo. Sin la transmisión hacia arriba de energías por intermedio de la atención consciente, el universo terminaría por rendirse a la entropía.
 
En el ser humano, la más pequeña deformación de una atención equilibrada clausura está comunicación de doble vía. Por sí misma, la mente no puede mantenerla. Un cuerpo relajado también es necesario.

A medio camino entre el microcosmos y el macrocosmos, el ser humano tiene su papel que cumplir. 

Volver al cuerpo es un gesto de abrirse a la atención; cuando ella es llamada, está lista para cumplir su función cosmológica.
Extraído de Despertar a la esencia - Danzas de Gurdjieff 

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